Mes: septiembre 2017

Escribir cartas

Mi madre y su hermana practican un arte en proceso de extinción: escribir cartas. ¡Se escriben con tanta regularidad que uno de los carteros se preocupa cuando no tiene nada que entregar! Sus cartas están inundadas de temas de la vida, alegrías y tristezas, y cuestiones cotidianas de amigos y parientes.

Ver a Dios

El pastor y escritor Erwin Lutzer relata una historia sobre un conductor de televisión y un muchachito que estaba dibujando un retrato de Dios. Enojado, el conductor dijo: «No puedes hacer eso porque nadie sabe cómo es Dios».

Su mano me llevó

Hace poco, encontré unos diarios de mi juventud, y no pude resistir releerlos. Al hacerlo, me di cuenta de que, en aquel entonces, mi sentir era muy diferente al de ahora. Mis luchas con la soledad y las dudas sobre mi fe me abrumaban, y al mirar atrás, puedo ver claramente cómo me llevó Dios a un estado mejor. Pensar en su cuidado y bondad para ayudarme a atravesar aquellos días me lleva a entender que lo que hoy causa turbación, un día, será parte de una realidad maravillosa de su amor sanador.

El ministerio del duelo

En 2002, pocos meses después de que mi hermana y su esposo murieran en un accidente, un amigo me invitó a un taller en nuestra iglesia sobre «Crecer por el dolor». Aunque reticente, acepté ir a la primera sesión, pero sin intenciones de volver. Quedé sorprendido al descubrir a un grupo que buscaba la ayuda de Dios y de otras personas para tratar de aceptar una pérdida importante. Semana tras semana, allí estuve, buscando paz y aceptación de la realidad al compartir el dolor con otros.

Dáselo a Dios

Cuando enormes desafíos o decisiones importantes me abrumaban en mi adolescencia, mi madre me enseñó los beneficios de poner por escrito las cosas para entenderlas mejor. Al preguntarme qué estudios seguir o qué trabajo procurar, o cómo enfrentar las realidades atemorizantes de volverme adulta, adopté su hábito de escribir qué estaba sucediendo, los posibles cursos de acción y los probables resultados. Después de volcar mi corazón en la hoja, podía analizar el problema y ser más objetiva de lo que me permitían mis emociones.

Un poquito del paraíso

Por la ventana de mi oficina, escucho las aves cantar y veo las hojas de los árboles moverse con el delicado susurro del viento. Fardos de heno salpican el campo recién cultivado de mi vecino, mientras grandes nubes blancas contrastan con el claro cielo azul.

Experimentar su fortaleza

«¿Encontraremos víboras?», preguntó Alan, un jovencito de nuestro vecindario, cuando empezamos a caminar junto a un río cercano.

Adoración invalorable

Adoro y sirvo al Señor escribiendo; más aun ahora, cuando los problemas de salud reducen mi movilidad. Por eso, cuando un conocido dijo que lo que yo escribía no servía, me desanimé y dudé del valor de mis pequeñas ofrendas a Dios.

No corras solo

Era su primera maratón y estaba corriendo solo. Después de detenerse a beber agua en un puesto de asistencia, se sentía extenuado, y se sentó sobre la hierba al costado de la pista. Pasaron los minutos, y no podía levantarse. Se había resignado a abandonar, cuando dos maestras de escuela, de edad mediana, se acercaron. Aunque no lo conocían, vieron a Jack y le preguntaron si quería correr con ellas. De repente, recuperó la fuerza. Se puso de pie y, acompañado por las dos mujeres, completó la carrera.

Dios está haciendo algo nuevo

Hace poco, el líder de un grupo en el que yo estaba preguntó: «¿Dios está haciendo algo nuevo en tu vida?». Mi amiga Mindy, que enfrenta algunas situaciones difíciles, contestó diciendo que necesitaba paciencia con sus padres ya ancianos, fortaleza ante los problemas de salud de su esposo y comprensión hacia sus hijos y nietos que aún no tenían a Cristo como Salvador. Después, agregó una reflexión que va totalmente en contra de todo lo que uno pensaría habitualmente: «Creo que lo nuevo que Dios está haciendo es aumentar mi capacidad de amar y las oportunidades de hacerlo».